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domingo, 3 de marzo de 2013

GEO 2 - Material para Malí (1º parte)



Mapa: 
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Northern_Mali_conflict.svg 

Artículo:
 
Lucha contra los grupos rebeldes

La guerra de Mali, un conflicto de dimensiones internacionales


La batalla más importante es la lucha contra el dominio de Al Qaeda

Rosa Meneses |
martes 29/01/2013


Ha pasado un año desde que estalló la rebelión tuareg en el norte de Mali y el conflicto se ha ido transformando con el tiempo hasta que en las últimas semanas ha tomado una nueva dimensión. Lo que comenzó como un alzamiento separatista, derivado de un problema interno consecuencia de la marginación histórica que sienten los tuareg, se ha convertido en un conflicto internacional, con la intervención de Francia contra los grupos islamistas que se hicieron fuertes en el norte y con consecuencias para toda la región del Sahel, para el norte de África y para Europa.
El estallido de la revolución tuareg llegó en el los tiempos de la guerra de Libia, que a su término liberó armamento y mercenarios dispuestos a luchar por el mejor postor. El alzamiento tuareg provocó un golpe de Estado que destituyó al presidente de Malí Amadou Toumani Touré, con el argumento de su ineficacia para resolver la crisis en el norte. Sin embargo, las nuevas autoridades de Bamako y su ejército fracasaron al intentar poner fin al caos que se apoderó de la zona.
Aprovechando este vacío, desde abril de 2012, Ansar Din y Mujao, dos grupos radicales islámistas, se hicieron con el control del territorio tuareg, desplazando a los ‘hombres azules’ e imponiendo la ley islámica a la población. La situación política y de seguridad no ha hecho más que deteriorarse desde entonces.

Intervención de Francia


A finales del año pasado, la comunidad internacional comenzó a debatir la posibilidad de una intervención militar para reconquistar el norte. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución pidiendo la intervención. Su principal defensor era Francia, que trató de impulsar una acción común pero que finalmente ha terminado actuando en solitario. El 11 de enero, a petición del Gobierno de Bamako, París envió tropas para detener el avance yihadista hacia el sur. La Unión Europea convino finalmente el 17 de enero enviar instructores para preparar a las tropas malienses y apoyo logístico para reconquistar el norte.
En juego está no sólo la integridad territorial de la antigua colonia francesa, independiente desde 1960 pero con grandes vínculos con París. La batalla más importante que se libra en Mali es la lucha contra el dominio de Al Qaeda en este territorio, en el contexto del combate de las potencias europeas contra esta organización terrorista que opera en el Sahel.
Según señalaba a finales de año la organización International Crisis Group (ICG), Mali es tan inestable que todos los escenarios son posibles, incluyendo un nuevo golpe militar y una situación de violencia social en la capital. Si las actuales autoridades no logran imponer el orden y reconquistar el norte, el caos permitirá que el extremismo religioso se extienda y que la violencia terrorista sobrepase las fronteras de Mali, afirmaba.

La rebelión de los 'hombres azules'

Actualmente, Mali se encuentra dividido en dos mitades: El norte, controlado por los grupos islamistas radicales y el resto del país, gobernado por una débil autoridad de transición. Esta realidad comenzó a perfilarse el pasado enero, cuando comenzó una rebelión del pueblo tuareg en contra del poder central.
Los separatistas tuareg, constituidos en el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), reclaman un Estado propio, cansados de la marginación sufrida durante décadas. Los tuareg son un pueblo nómada que domina históricamente las rutas del comercio del desierto del Sáhara. Se llaman a sí mismos "los hombres libres" y presumen de no haber estado nunca sometidos a ninguna autoridad ni Estado. Como consecuencia del reparto colonial, los europeos trazaron las fronteras en África y dejaron a los 'hombres azules' divididos por cinco países (Argelia, Libia, Mali, Níger y Burkina Faso).
En Mali –uno de los países más pobres del mundo-, los tuareg han encabezado cuatro rebeliones desde el siglo XX. La última es la que comenzó en enero.

Los islamistas secuestran la revolución

El MNLA, que no constituye un movimiento homogéneo, se alió para llegar a su objetivo con varios grupos islamistas que operan en la zona del Sahel. Se trata de Ansar al Din, el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO) y Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Estas tres bandas radicales guardan fuertes conexiones entre sí y tienen como objetivo el establecimiento de un Estado islámico donde rija la 'sharia' (ley coránica).
La influencia y la importancia de estos tres grupos islamistas ha sido tal que han logrado desplazar y expulsar al MNLA de su zona de influencia. Así, la revolución tuareg ha sido “secuestrada” por los islamistas, que buscan imponer un Estado islámico en todo Mali. Desde abril de 2012, importantes e históricas ciudades como Kidal, Gao o Tombuctú están en manos de estos movimientos radicales, que han impuesto un régimen represivo.
Desplazado, el movimiento Azawad denunció a finales de año la "plaga islamo-narco-terrorista", en palabras de Mossa Ag Attaher, representante del MNLA en Europa. Los tuareg llegaron a reclamar ante la ONU ser tenidos en cuenta a la hora de negociar una salida a la crisis.

Amputaciones y ejecuciones públicas

Los grupos islamistas llevan meses cometiendo abusos en los territorios del norte. Human Rights Watch denunció que aplican una versión extrema de la 'sharia', incluyendo amputaciones de miembros, flagelaciones y ejecuciones públicas por delitos como robo, venta de alcohol o de cigarrillos. En realidad, estos grupos integristas desarrollan una doble moral porque ellos mismos controlan las rutas del tráfico ilegal de personas y armas y el contrabando de drogas y otros productos en el Sahel.
Los castigos corporales y la imposición de normas como la obligación de que las mujeres se cubran o la prohibición de la música, han puesto en contra a la población civil, que expresa su rechazo a los islamistas en público y en privado. Durante el año pasado tuvieron lugar varias marchas de protesta de la población civil, en contra de las imposiciones de los islamistas. Denuncian violaciones, esclavitud sexual y reclutamiento de menores como niños soldado.
Los miembros de estos grupos no son de Mali, sino que en su mayoría proceden de Mauritania y Argelia, además de otros países del entorno.

Una nueva Somalia

Las tensiones en el norte entre los islamistas y los locales, han pasado a un segundo plano desde que el conflicto se ha internacionalizado. Ni siquiera es sólo un combate entre Bamako y los islamistas, sino una lucha por abortar el intento de los yihadistas de convertir Mali en una nueva Somalia a las puertas de Europa.
Queda por ver si la intervención internacional resolverá el problema o lo empeorará al salpicar con sus consecuencias a toda la región. Más aún, aunque evite que el terrorismo yihadista establezca una base sólida en Mali, la incógnita es si la intervención militar acabará con las bases de AQMI y sus aliados en el incontrolable territorio del Sahel y si se resolverán las desigualdades históricas que han llevado a los tuareg a alzarse contra el poder central de Bamako.

Fuente: http://www.elmundo.es (adaptación)